22 nov 2009

Autonomía Universitaria en tiempos de la Acreditación

Aunque el título haya sido adaptado a varios contextos, creo que es la mejor forma de expresar lo que está ocurriendo en nuestra universidad (UNT). Debo anunciar a quien quiera leer este ensayo que habrá de esperar varios párrafos para llegar al final, sin embargo, considero de vital importancia explicar la totalidad del proceso de la Acreditación y Autoevaluación en la Universidad Nacional de Trujillo.

Es necesario también hacer un recuento histórico del proceso que ha gestado a la Universidad Pública Moderna (por así llamarla). Es por ello que haré alusión al movimiento revolucionario estudiantil de Córdoba (1918), la autonomía universitaria, la gesta de la Universidad Nacional de Trujillo, y por supuesto: La Acreditación y Autoevaluación.

De como la Universidad llega al Perú.

Narrar la génesis histórica de la Institución Social denominada "Universidad" implicaría diversas consideraciones espacio-temporales y procesos asociativos de revoluciones y contrarrevoluciones; sin embargo, podemos manifestar que el claustro universitario surge como respuesta al oscurantismo vivido en larga data durante el Medievo. Producto de ello, la asociación de maestros y alumnos toma cuerpo en la Universidad.

Y como toda institución social tiene como finalidad legitimar el contexto del cual surge y es parte fundamental, La Universidad cumple durante este período con el fin de validar los conocimientos dogmáticos enraizados por la patrística. Por tanto, el centro del estudio universitario se concentra en la investigación de la Medicina, Derecho, Filosofía y Artes, y como madre de ellas: la Teología. Es decir la universidad Teocentrista.

Es en esta época que la Universidad llega a América, en brazos de las órdenes religiosas. En Perú, la Universidad Nacional de San Marcos es el primer claustro universitario en ser fundado, el 12 de mayo de 1551. Recibe el título de la Decana de América. Y aún con el pensamiento medieval a cuestas, San Marcos inicia su trayectoria con la formación en Filosofía y Artes, y áreas legitimadoras del pensamiento Virreinal. Es así que la Universidad entra en América por las puertas de la Ciudad de los Reyes (Lima - Perú).

Por tanto, en sus inicios, la Universidad nace como legitimador del saber cristiano, sin embargo, los avances de la ciencia durante el renacimiento lograron cambiar su centro medular. Con la Revolución Francesa la universidad en Francia desaparece. Sin embargo, ello sería el punto culmen de transición de la antigua a la nueva Universidad.

Mientras tanto; en Perú, el pensamiento laico va ganando terreno dentro de la Universidad. La guerra de emancipación, influenciada por la revolución norteamericana y francesa, da paso a grandes cambios estructurales de la sociedad peruana. Por tanto, las representaciones legitimadoras del orden establecido varían significativamente acorde al nuevo orden.

De la Universidad Nacional de Trujillo

San Marcos fue la primera universidad del Perú y América, de ella surgieron (y aún surgen) personajes cuya labor marcó hitos en la historia del Perú. Sin embargo, la Decana de América conservaba la tradición colonial y por tanto aún legitimaba el status quo anterior. Es en el contexto de la emancipación que nace la idea de fundar una universidad para los Hijos Libres de América. Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión son quienes hacen posible la creación de la Universidad Nacional de la Libertad el 10 de mayo de 1824. Posteriormente tomó el nombre de Universidad Nacional de Trujillo.

Es así que la Universidad Nacional de Trujillo inicia una fructífera existencia adquiriendo el título de “Primera Universidad Republicana”. Por tanto, corresponde a ella la formación de profesionales probos, dignos de la conducción de un país libre y soberano como lo es el Perú.

Actualmente se rige por su Estatuto acorde a la Ley Universitaria Nº 23733.

Dicho Estatuto consigna dentro de las disposiciones generales (Art. Nº 3): "La Universidad Nacional de Trujillo tiene autonomía académica, normativa, administrativa y económica, dentro de la ley", artículo que es desarrollado en el Capítulo IV (Art. Nº 9-12), dentro del cual se expresa la naturaleza de la autonomía universitaria que goza en los ámbitos de su competencia. A cuyo tenor dice:

Art. 9º: La autonomía es especial garantía jurídica que concede la constitución y la Ley a la Universidad para el cumplimiento de sus fines, y comprende las potestades y derechos siguientes:

a.- En lo normativo: aprobar y modificar su Estatuto y Reglamentos, dentro de las prescripciones de la Constitución y las Leyes.
b.- En lo gubernativo: elegir a sus autoridades y dirigir la institución conforme a la Ley, Estatuto y Reglamentos.
c.- En lo académico: planificar, organizar y desarrollar su sistema académico, de acuerdo con los principios y fines institucionales.
d.- En lo administrativo: organizar, programar, ejecutar y controlar los servicios institucionales, de acuerdo con los planes académicos de la Universidad.
e.- En lo económico: Elaborar y ejecutar su presupuesto, así como generar ingresos propios y disponer de sus bienes y rentas para el cumplimiento de sus fines.

Conforme a Ley y el Estatuto, corresponde a la Universidad planificar su desarrollo, entre otros, académico. Por tanto, cualquier intromisión constituye un atentado contra su autonomía. "la violación de la autonomía de la Universidad será sancionada conforme a ley (...)" según el artículo 10º del Estatuto vigente.

De la Revolución Estudiantil de Córdoba

La Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, fue creada en 1621. Producto de una sociedad colonial, la conocida "Casa de Trejo" se convirtió en heredera de una tradición servil a los intereses de la corona. "(...) Gobernada por consejeros vitalicios y con cátedras casi hereditarias, era el símbolo de lo anacrónico y de una enseñanza autoritaria y esterilizante”. Según escribió Carlos Tünnermann a principios del Siglo XX.

Es en este contexto, que en 1918, Estudiantes de la Universidad de Córdoba proclaman un manifiesto que es la llave para la consecución de los derechos inherentes (hasta ese entonces relegados) del estudiante.

"Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y –lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático" (1918, Manifiesto Liminar, Córdoba).

A lo largo del documento conocido como "Manifiesto Liminar", los estudiantes expresan su hastío contra el sistema universitario servil, y reclaman para sí: Autonomía universitaria, elección de los cuerpos directivos y de las autoridades de la universidad por la propia comunidad universitaria: profesores, estudiantes y graduados, concursos de oposición para la selección del profesorado y periodicidad de las cátedras, docencia libre, asistencia libre, gratuidad de la enseñanza, reorganización académica que incluya nuevas escuelas y docencia activa, asistencia social a los estudiantes, democratización del ingreso a la universidad, vinculación de la universidad con el sistema educativo nacional, fortalecimiento de la función social de la universidad, proyección de la cultura universitaria al pueblo y preocupación por los problemas nacionales mediante la extensión universitaria, unidad latinoamericana y lucha contra las dictaduras y el imperialismo.(Tünnermann ).

La revolución estudiantil logró repercusión mundial. Es a partir de ello que se escribe la historia de la nueva Universidad en América Latina.

De la Autoevaluación y Acreditación Universitaria

Los antiguos escenarios laborales donde un profesional se desenvolvía no superaban límites espaciales más allá de su región o país, y en muy raras excepciones, países vecinos. En dicho contexto, el profesional tenía como mercado su propio espacio, con sus limitaciones y fortalezas inmediatas, las cuales eran reflejadas en sus sistemas universitarios.

Con el proceso de globalización, los escenarios han cambiado y expandido vertiginosamente. Dicho de otra manera, el mercado ya no es local, sino mundial. Por ello, la competitividad es un medio seleccionador de las mejores capacidades para formar parte del mercado laboral y social.

Por tanto, la Universidad, como institución social enfrenta nuevos retos: Brindar a sus egresados condiciones necesarias para ser competitivos a nivel internacional, proveer de las herramientas teóricas, técnicas y científicas a sus estudiantes para lograr el aprendizaje de competencias profesionales, garantizar ambientes adecuados a la formación de especialidad y laboratorios apropiados para su formación, entre otros. Todos estos procesos han sido recogidos en la denominada Acreditación Universitaria.

Y aunque es un proceso extenso, trataré de resumir los aspectos más importantes en este documento.

La Acreditación parte de un proceso planificado orientado por el CONEAU, ente rector para la Acreditación Universitaria. Para lograr aquello, es necesaria la organización previa por parte de la universidad, la que se denomina "Etapa previa al proceso de Acreditación".

La “Autoevaluación” es la segunda etapa en este proceso, durante el cual, la institución hace un análisis minucioso de su realidad, contrasta la situación actual con los estándares aprobados por el CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), y a partir de ello realiza un Plan de Mejora para lograr la adecuación de la realidad con los 97 estándares aprobados por el CONEAU y fortalecer sus potencialidades.

La “Evaluación Externa” consiste en el análisis de observadores ajenos a la universidad, designados por el CONEAU o entidad evaluadora competente, quienes verificarán lo expuesto en el informe de Autoevaluación y el Plan de Mejora. Son ellos quienes elaborarán un documento final positivo o negativo de la situación de la universidad.

Por último, la “Acreditación”. Esta es la fase final del proceso, aquí, se reconocerá a la Universidad como una entidad de calidad en cuanto a procesos y formación profesional, cuyos factores internos han logrado alcanzar o superar los estándares aprobados por el CONEAU.

De la Autonomía Universitaria en tiempos de la Acreditación

En definitiva la Acreditación universitaria es un proceso beneficioso, y hasta cierto punto natural, para las instituciones de educación superior. Sin embargo, es preciso hacer hincapié en la modalidad que se ha optado para lograr dichos objetivos.

Como hemos expuesto, la Acreditación internacional abre las puertas a la calidad y la excelencia, por tanto debería ser asumida por las universidades como un reto institucional necesario para su crecimiento. Los nuevos avances tecnológicos y científicos hacen necesario un constante análisis de los procesos de enseñanza y formación profesional en los claustros universitarios. Es por ello que la Autoevaluación y Acreditación debe ser un proceso también constante dirigido a la consecución de la excelencia.

Sin embargo, la realidad tal cual se ha planteado, es muy distinta de lo ideal para este proceso de excelencia. Lo negativo se presenta cuando la Autoevaluación y Acreditación se utiliza como un arma coercitiva e impositiva por parte del Gobierno sobre la autonomía de la Universidad.

Tal como revisamos líneas arriba; la Constitución, la Ley Universitaria y los Estatutos consagran la Autonomía de la Universidad como garantía para la consecución de sus fines académicos. Entonces, ¿Cómo se debe analizar el imperativo de la Acreditación por parte del Gobierno? Y aunque la respuesta se torna antojadiza, debo señalar que es la Universidad quien planifica, organiza y desarrolla su sistema académico, de acuerdo con los principios y fines institucionales (Art. 9º Inc. B, Estatuto UNT).

Ante esta realidad palpable, no se puede dejar de pensar en un intervencionismo por parte del Estado cuando impone la Acreditación como exigencia para su funcionamiento, violando de esta manera las garantías constitucionales que permiten el desarrollo libre del conocimiento, ganado por luchas estudiantiles, tal como la revolución de Córdoba, y las constantes luchas sindicales del gremio docente. La imposición de un sistema de Acreditación es un atentado contra la Autonomía Universitaria. Se entiende como un proceso beneficioso, es cierto, lo absurdo es cuando el Estado hace uso de ello para ir contra todo lo establecido.

El desinterés del Gobierno por la educación es un hecho palpable por las acciones que éste toma frente a la realidad de la educación superior. Según ley, corresponde a este rubro el 6% del PBI, sin embargo, solo se le destina el 1.9%. Con este presupuesto, se exige a la universidad pública la consecución de metas exorbitantes. ¡Con diez céntimos tenemos que comprar un pastel y nos piden vuelto! Esto no es cuento, como lo calificarían algunos, la universidad se ha visto relegada de la agenda de nuestros gobernantes. El presupuesto se reduce paulatinamente, y hasta se insinúa privatización. Las huelgas docentes son un constante anual que permite avizorar los errores del sistema. Es el Gobierno quien no quiere la Acreditación.

Y como expusimos en el acápite anterior, la Acreditación es un proceso necesario, pero para ello, el Estado debe invertir. Es cierto, el Gobierno nos ha puesto una fecha perentoria (12 de enero) para la cual debemos presentar nuestra Autoevaluación y Plan de Mejora, pero acaso, ha invertido presupuesto para ello. La respuesta es NO. Con los recursos actuales (que además sirven para la mantención de toda la universidad) se nos exige acreditarnos. Y es un compromiso que hemos asumido. Sin embargo, no podemos quedarnos callados cuando el intervencionismo entra solapadamente dentro de la Universidad y amenaza con cerrar el claustro, transgrediendo la normatividad vigente.

Entonces, el proceso de Acreditación se ha convertido en el Caballo de Troya por el cual el Gobierno pretende entrar a la Universidad. Esta acción atentatoria contra los derechos ganados en Córdoba y sangre derramada de peruanos que lucharon por una universidad de libre-pensadores, debe ser denunciada, en el sentido estricto de la intromisión, más no del proceso en sí.

En esto se demuestra una vez más que al Gobierno de turno no le interesa la universidad, sino que busca pretextos solapados para cerrar las facultades y, poco a poco llegar a la privatización de la educación superior.

Ha llegado el momento histórico en el cual las voces estudiantiles silenciadas deben tomar nuevas fuerzas e ir en pos de sus derechos pisoteados. La nueva generación de estudiantes, una vez más, está llamada a luchar por el libre-pensamiento, la autonomía universitaria, el cogobierno estudiantil, la participación de alumnado en la selección y contratación de sus docentes, la gratuidad de la enseñanza y el respeto irrestricto de los derechos ganados.

Es la hora en que la historia nos reclama nuevas posiciones para enfrentar el servilismo y la resignación. No podemos permitir la intromisión del Estado en nuestra universidad. La Acreditación es un proceso NUESTRO, el cual no debe ser utilizado para atentar contra la naturaleza de la Universidad. Exijamos al Gobierno el respeto de nuestra autonomía y la asignación del 6% del PBI para la Universidad Pública. Ese es su deber histórico. El nuestro es superar las expectativas humanísticas, técnicas y científicas de la sociedad.

Nuestro reto es la Acreditación, para lo cual se necesita el cumplimiento cabal de las normas que reglamentan y garantizan el orden jurídico de nuestra sociedad. Denunciamos la fecha perentoria establecida por el Gobierno y la amenaza explícita de cerrar las facultades si no se logra la Acreditación. Puesto que ello es un proceso que toma tiempo de maduración y auto exigencia, la cual no debe ser desvirtuada por pretensiones del Gobierno.

Esta es la Autonomía Universitaria en los tiempos de la Acreditación.

Trabajemos por la Acreditación autónoma, sin intervencionismo alguno.

Por tanto:

  • La Acreditación endógena es un proceso beneficioso para el desarrollo académico de una institución universitaria. No es un mal necesario, sino el destino natural que comprende el mundo moderno.
  • La Universidad Nacional de Trujillo, así también todas las universidades del país, deben procurar la Acreditación como parte de su metas académicas.
  • Debemos rechazar rotundamente el imperativo gubernamental que desnaturaliza el proceso de Acreditación y lo convierte en el caballo de Troya para contravenir la autonomía universitaria.
  • No confundamos los fines de la Acreditación como proceso académico con las artimañas del Gobierno para cerrar las facultades de Educación, y a largo plazo, buscar la privatización de la Enseñanza Pública.
  • Rechacemos cualquier tipo de intromisión por parte del Estado, y otras entidades ajenas a la universidad, es nuestro derecho consagrado históricamente.
  • Entendamos la Acreditación como vía para la excelencia y no como obligación expresa en ley.
  • Busquemos la unidad tri-estamental. Docentes, alumnos y administrativos somos los llamados a reconstruir el noble Claustro de los Hijos de América.
  • La Universidad Nacional de Trujillo tiene el llamado histórico de liderar la excelencia académica en nuestro Perú.
  • Despertemos del largo sueño en el que se ha sumido la fuerza estudiantil, protagonista otrora de su propia formación. Hoy es el momento de reunir las voluntades e ir en pos de la Excelencia. Estudiantes, estamos llamados a la Acreditación y luchar con quienes atenten contra nuestra Autonomía.

Por
Miguel Roncal
Consejero Universitario
Fac. de Educación y
Ciencias de la Comunicación
UNT

1 comentarios:

Joseph Sánchez Horna on 22 de diciembre de 2009, 8:35 dijo...

Hola amigo roncal, estamos en épocas de revoluciones cada vez más exigentes, motores que emprenden cambios, actualizaciones. Sin embargo considero que somos los alumnos los que no generamos una reacción, me pregunto: ¿cómo sería si tuvieramos que realizar acreditaciones de alumnos?, somos un maldito país, donde siempre se espera que la institución genere los cambios, y nosotros tan sólo esperamos que se den las oportunidades. La universidad es la institución del PENSAR, de la UNIVERSALIDAD del pensamiento, del contacto para el posterior enfrentamiento de la realidad... Felicito tu entusiasmo, mi gran amigo, curita.

 

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